Un triunfo de la estrategia y que reanima la temporada de la Fórmula 1. Una victoria que se empezó a escribir el sábado, en la Q2 de la prueba de clasificación, el segmento de la qualy que determina con qué compuesto largarán la carrera los diez mejores de la grilla. La jugada que ensayó Red Bull Racing (RBR) con Max Verstappen, al calzar con neumáticos duros al neerlandés, y la perfecta administración y prestación que desarrolló el piloto a lo largo de los 52 giros del Gran Premio 70 aniversario, que tuvo como hace una semana atrás al circuito de Silverstone como escenario, provocó el golpe y rompió con el dominio de Mercedes, que debió contentarse en completar el podio con Lewis Hamilton y Valtteri Bottas.
En las respuestas y el desgaste de las gomas se dirimió el duelo. Un compuesto más blando y con mayor presión, respecto de los que utilizaron las escuderías en el GP de Gran Bretaña, el domingo pasado, y que sufrieron pinchazos y roturas en las dos últimas vueltas, la lectura que revisaron los ingenieros para la nueva aventura. RBR se enseñó dominante, pragmática y sensible, para que Verstappen marque su novena victoria en la F.1 -la primera en Silverstone- y quiebre la serie de cinco éxitos que encadenaban las espadas de Mercedes.
Con 30 puntos de desventaja -Hamilton lidera el campeonato con 107 unidades-, MadMax viajará a la cita de Barcelona como primer escolta en la tabla y con el propósito de volver a recortar la diferencia en un trazado con un asfalto que ofrecerá mayor temperatura y degradará también los compuestos que provee Pirelli, que serán similares a los del GP británico.
De una partida explosiva, con la superación a Nico Hülkenberg (Racing Point; el viernes la escudería fue multada con 400 mil euros y sus pilotos Lance Stroll y Sergio Pérez castigados con la quita de 7.5 puntos cada uno, mientras que ayer el equipo recibió una nueva reprimenda por la Federación Internacional del Automóvil por las tomas de los frenos traseros) a un desenlace sin sobresaltos, Verstappen evidenció el control durante las comunicaciones por la radio con el ingeniero Gianpiero Lambiase. Primero, cuando desde el pitwall le pidieron en la vuelta 11 que no atacara a Hamilton, a quien ya tenía en zona de DRS, porque esa no era la estrategia.
El neerlandés sonó tajante y convencido: "Es la única oportunidad que vamos a tener en toda la carrera; ¡no me quedaré detrás conduciendo como una abuela!". Más tarde, ya cuando estaba a tiro de la victoria, bromeó y descomprimió cualquier tensión que pudiera existir en el garaje: "¿Te acordaste de hidratarte esta vez? En esta carrera habrás sudado mucho, así que no olvides de higienizarte las manos", disparó jocoso el piloto. Palabras parecidas lanzó la semana anterior, aunque el tono del mensaje era muy diferente: se quejaba de la impotencia por no tener la herramienta para batallar con los Mercedes.
El quiebre en la pista llegó cuando Verstappen hizo la primera detención para cambiar neumáticos. Regresó detrás de Bottas -se detuvo 13 vueltas antes, ya que giraba con compuesto medio- y demoró apenas un par de curvas en superar al finlandés y saltar a la cabeza de la carrera. Mientras la cámara on board del neerlandés mostraba un estado perfecto del caucho, las de los Mercedes solo transmitía preocupación, con la degradación y formación de ampollas en las ruedas.
Las advertencias de Hamilton por la problemática se repetían y la frustración lo llevó a insinuar que la presión de los neumáticos de MadMax podía ser diferente; seis vueltas antes del segundo ingreso a los pits, el seis veces campeón del mundo le preguntó a su ingeniero de pista Peter Bonnington si era seguro girar sin padecer una rotura, como en el giro final del GP de Gran Bretaña, donde desanduvo los último 5891 metros en tres ruedas: "¿No va a explotar?", consultó enfático.
"No tuvieron los problemas de blister como nosotros, así que agradezco terminar segundo", señaló Hamilton, que apenas se bajó del auto dialogó con su compañero Bottas y marcaron la enorme diferencia entre el consumo de los neumáticos de los Mercedes y el del resto de la parrilla. "El equipo analizará las razones de las ampollas. Pirelli subió la presión, las gomas son como globos y eso nos afectó. No sé si otros tuvieron el mismo problema", definió Hamilton, que como consuelo emparejó la marca de 155 podios que tenía Michael Schumacher. Más contrariado se mostraba Bottas, que partió desde la pole y arribó tercero: "La estrategia no fue la ideal, debemos aprender de lo que pasó", sugirió quien arrancó el calendario con una victoria y hoy quedó tercero en la pelea por la corona, por detrás de Hamilton y Verstappen.
El jefe de la escudería de Brackley, Toto Wolff, hizo observaciones acerca de los posibles motivos de la baja performance y con astucia también le apuntó con miras al futuro a la fábrica italiana de neumáticos. "Con mayores temperaturas no somos los mejores: hoy no tuvimos oportunidades contra los RBR, pero en los días en que estamos un poco perdidos es cuando más aprendemos. La carga aerodinámica de nuestros autos mata
"Necesitamos usar neumáticos blandos, parecen adaptarse mejor a nuestro auto", contrarrestó Verstappen, cuya felicidad era un alivio para la cúpula de RBR. Los rostros distendidos de Christian Horner -jefe de equipo-, el ingeniero Adrian Newey y del asesor Helmut Marko expresaban el alivio por la victoria y por las reacciones que demostró la escudería de Milton Keynes. "La decisión de poner los neumáticos duros en la qualy fue el punto de partida, porque en cada stint de la carrera fuimos superiores. Estamos más fuerte que en el inicio y aunque no es el motor más fuerte de la grilla vamos a pelear por el campeonato", avisó Marko, que espera algunos HP más del impulsor Honda.
Con Verstappen, Red Bull Racing logró forzar por primera vez en la temporada a Mercedes. El neerlandés abandonó en el debut en el GP de Austria, aunque se puso en forma con tres podios consecutivos y ahora sumó un triunfo. El Gran Circo viajará a Barcelona, un circuito que le trae los mejores recuerdos a MadMax, que en 2016 se estrenó como ganador en la F.1. Hamilton y Mercedes ya descubrieron que el enemigo está al acecho.