La historia de Antonella González, la jugadora de básquet que amamantó a su beba en un entretiempo
“Podemos ser madres y dedicarnos a cualquier profesión”
La base de Rocamora, que disputa la Liga Nacional Femenina, es Licenciada en Psicomotricidad y trabaja de forma autónoma. También enseña hóckey. Junto a Madelaine, de 11 meses, se convirtieron en virales por un acto tan simple como natural: “Mi mamá me dio la teta a mí en una cancha de básquet y yo hago lo mismo con Madi”
“Me llama la atención la trascendencia que tomó algo tan natural para una mujer. Mi mamá me dio la teta a mí en una cancha de básquet y yo hago lo mismo, como tantas otras madres en distintos lugares. Es darles de comer a nuestr@s hij@s, ni más ni menos. Da para pensar que impacte tanto. Ojalá sirva para que todos seamos más humanos”. De repente, Antonella González goza de una fama impensada hasta el domingo, cuando su hermana Vale se acercó hasta el banco de los suplentes del estadio de Obras Sanitarias porque Madeleine, su bebé de 11 meses, tenía hambre. La base de Rocamora, entonces, tuvo que abocarse a su tarea de madre y dejar de escuchar la charla técnica que su otra hermana, Laura, estaba dando para intentar mantener la ventaja sobre Vélez en el partido por la sexta fecha de la Liga Nacional Femenina. Ahí fue cuando, desde la tribuna, un amigo captó el momento y lo subió a sus redes.
La foto rápidamente se viralizó, en especial cuando la Confederación Argentina la subió a sus redes sociales, como “una imagen que resume la pasión por el básquet y ser madre, y el sacrificio que ellas hacen…”. Desde ahí la ola creció y Antu se encontró dando notas para portales, radios, canales, diarios y hasta medios de otros países. “Fue una locura. Me sorprendió cómo se viralizó la foto, las entrevistas que tuve dar, quiere decir que todavía hay mucho que aprender en nuestra sociedad para que deje de impactarnos algo así. Las mujeres hacemos esto y mucho más. Igual, me quedo con la parte buena de todo este fenómeno: es una circunstancia que nos permite visibilizar que podemos ser madres mientras hacemos cualquier profesión y que hay cosas que se pueden cambiar. Ojalá haya muchas más mamás en las canchas y que todas sientan que se puede volver a ser luego de un embarazo y que se puede luchar para que situaciones así estén amparadas en la ley”.
“Yo siempre le doy de comer a Madi antes del partido, pero solamente había tomado de una sola teta. En el entretiempo tenía muy cargada la otra, Madi estaba un poquito molesta, Le dije a mi hermana, la entrenadora, si podía darle, y me dijo que no había problema. Y ahí fue el momento en el que me tomaron la foto. Lo necesitábamos las dos”, describe un momento íntimo, tierno y simplemente natural.
La base de 30 años, que el domingo ayudó a que su amado Rocamora (Concepción del Uruguay) dejara sin invicto a Vélez (61-44) con ocho puntos, tres recuperos, dos rebotes y una asistencia, aprovechó el momento para bajar un mensaje reivindicativo en la cada día más fuerte búsqueda hacia la igualdad de género en el deporte y en la vida cotidiana.
Antu no para, más en estos días mediáticos, pero está feliz. Porque hace cada cosa que le gusta, más allá de los sacrificios que este camino le generan. Además de jugadora y madre, es Licenciada en Psicomotricidad y trabaja de forma autónoma. También enseña hóckey, su otro gran deporte, que juega cuando se produce el parate de la temporada de básquet. Aunque, claro, el amor mayor es la pelota naranja, el club y Madi, quien justamente llegó durante esta pandemia luego de quedar embarazada tras la última edición de la Liga Femenina. “Fue algo buscado y deseado. Y tuve la suerte de que llegara en un momento en el que lo pude disfrutar, primero el embarazo y luego a ella. Cuando nació Madi, volví de a poco a la actividad. Me costó un poco organizarme, pero pude hacerlo gracias al enorme apoyo que tengo de mi familia”, explica.
Por momentos hace malabares, admite. “Corro de un lado al otro y ella, por suerte, va a la par mía, sin problemas. Es una niña muy buena, que se adapta a todo, porque hay días en los que va conmigo a entrenar y sólo en otros se queda en la casa de la abuela o con las tías”, describe. Los días arrancan muy temprano para Antu: desayuna, se entrena en el gimnasio de su novio mientras Madi se queda con una chica que la cuida, luego vuelve a la casa, está con ella, almuerza, planifica y a la tarde hay días que tiene escuelita de formación y en otros, pacientes. Por la noche son los entrenamientos con el equipo de Rocamora.
Todas las fotos que pasa Antu para ilustrar la nota la tienen a Madi como protagonista, con las compañeras, con la pelota, en la cancha, en la tribuna e incluso en el Media Day realizado por Rocamora. “Ya es una integrante más del equipo. Todas y todos son un poco madres y padres, dándome una mano. Vale, mi hermana, me acompañó a Buenos Aires para disputar esta Liga y se lo agradezco para siempre, pero cada una de mis compañeras da una mano. Sin todo el apoyo que recibo, todo esto sería imposible”, resalta.
El amor, está claro, es el protagonista de la historia. En el caso de Antu, casi que por herencia familiar, al básquet y a este club tan tradicional de Entre Ríos. “El básquet corre por nuestra sangre”, resume quien muchos años usó la camiseta N° 13 porque todos, padre, hermanos y sobrinos, eligieron ese número. “Ahora, como retiraron la 13 en el club, utilizo la 3”, explica, quien en la última edición compartió equipo con Ornela Pag, su sobrina que estuvo jugando hasta hace meses en la Liga brasileña.
Volver a disputar la Liga Nacional, tras el embarazo, es un sueño y objetivo cumplido para Antonella. “Me encanta la Liga. Está todo muy parejo, como pocas veces la he visto. Me alegra que el básquet femenino haya subido a este nivel. Lo festejo. Esta liga que tanto añoramos la tenemos con nosotros luego de este difícil parate de un año y ojalá siga creciendo año a año para el bien de nuestra rama”, explica. González pone en perspectiva lo que viene logrando el colectivo femenino, en especial en el básquet. “Ha crecido mucho desde la creación de la Liga Nacional Femenina. Me encanta que los clubes apuesten a nuestra rama y a participar de una competencia nacional. Como sociedad también estamos cambiando y eso ayuda, pero sabemos que aún nos falta mucho. Por caso, nuestra liga no es totalmente profesional. Es lo que buscamos, así en el futuro no nos vemos en la obligación de tener uno o dos trabajos más para hacer lo que amamos”, cierra.
Da qué pensar, lo poco que se ve y lo mucho que nos impacta. Ojalá sirva para hacernos un poco más humanos. Y para que los contratos recojan la realidad de la vida”, suma Antonella. “Cuando Madi sea más grande le enseñaremos la foto que se ha hecho viral y los recortes de prensa que han guardado las abuelas”, concluye.
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