El piloto de 31 años abrió su corazón en redes sociales para recordar a su padre Alberto, quien murió en las últimas horas tras haber contraído coronavirus.
Alberto Canapino tenía 57 años y era uno de los hombres más respetados del automovilismo nacional. Su muerte generó profunda conmoción en el deporte: contrajo coronavirus, fue internado en el Sanatorio Otamendi y durante el lunes su situación empeoró. Su hijo, el reconocido piloto Agustín Canapino, lo despidió en redes sociales con una conmovedora carta en la que invitó a la reflexión por el momento que vive el mundo ante esta pandemia.
“Este virus de mierda es una película de terror, me cagó a piñas. Por favor quienes puedan, cuídense para cuidar a sus seres queridos, no saben lo que duele, te deja sin aire, sin nada”, escribió el corredor de 31 años en sus redes sociales donde recordó a su padre.
“Mi viejo, mi amigo, mi hermano, mi socio, mi profesor, mi psicólogo, mi todo... La vida siempre nos llenó de desafíos, como te dije en nuestra última charla antes de que te durmieran, gracias por todo lo que me diste, no sería nada sin vos. Hoy siento que no puedo, quienes están conmigo saben lo duro que ha sido todo siempre para mí y en especial estos 2 últimos años, les aseguro que las victorias y los títulos no sirven de nada si no tenés a tus seres queridos sanos de cuerpo y mente al lado tuyo”, escribió el deportista de Arrecifes que corre para Chevrolet.
Canapino era todo un símbolo del automovilismo nacional y era considerado uno de los mejores preparadores del país. Su palmarés lo respaldaba: fue el creador de once automóviles que salieron campeones en Turismo Carretera, entre ellos los cuatro con los que ganó su hijo Agustín (2010, 2017, 2018 y 2019). También acompañó durante una etapa exitosa al legendario Juan María Traverso. “Lamento mucho la partida de Alberto Canapino! Compartimos muchas cosas en el Automovilismo y nos dimos el gusto de festejar juntos! Fuerza para Agustín Canapino”, escribió el Flaco en sus redes sociales.
LA CARTA COMPLETA
Mi viejo, mi amigo, mi hermano, mi socio, mi profesor, mi psicólogo, mi todo... La vida siempre nos llenó de desafíos, como te dije en nuestra última charla antes de que te durmieran: gracias por todo lo que me diste, no sería nada sin vos.
Te fuiste en tu mejor momento personal y profesional. Qué injusto, todo tan rápido como tu mamá, mi querida abuelita, solo hace 5 meses casi igual que con vos, de un día para el otro cuando estaba todo bien.
Este virus de mierda es una película de terror, me cagó a piñas. Por favor quienes puedan, cuídense para cuidar a sus seres queridos, no saben lo que duele, te deja sin aire, sin nada.
Hoy siento que no puedo, quienes están conmigo saben lo duro que ha sido todo siempre para mí y en especial estos 2 últimos años. Les aseguro que las victorias y los títulos no sirven de nada si no tenés a tus seres queridos sanos de cuerpo y mente al lado tuyo.
Pero también me pediste que saque adelante la carrera, porque jamás imaginamos que esto iba a pasar, ni vos ni yo. Supuestamente estabas estable y te conectaban para que no sufras tanto toda la pesadilla que estabas viviendo. Hoy ya no estás más acá. Qué locura. Una locura total.
Te prometo que voy a seguir, no sé cómo porque vos eras el director de toda la orquesta, y el mejor director que podía haber, pero de alguna manera voy a seguir, como pueda. Hay mucha gente que me va a ayudar porque ni vos sabés la cantidad de gente que ayudaste y enseñaste en este deporte que era tu vida, nuestro amado automovilismo.
Me ilusionaba con despertarme hoy y me digan “tranquilo cabeza era solo una pesadilla” pero no, la re concha de la lora, es verdad, qué locura... Estoy hecho mierda, derrotado, perdido, como duele la re puta madre...
Gracias Pa, no te imaginas lo que ya te extraño y te voy a extrañar.