En estos tiempos de pandemia que transforman el comportamiento social, despedir a un amigo y compañero se hace aún más difícil porque nos obliga hacerlo de esta manera fría y lejana, cuando en realidad correspondería que estemos todos quienes valoramos que a lo largo de su vida haya compartido trayectos de la nuestra.
La COVID-19 no nos impide recordar, y por eso en cada gesto solidario, en cada acción desprendida, en cada noche interrumpida por las lluvias torrenciales, en cada motor que sonará distinto, en cada "gauchada" al prójimo, en cada gesto de acompañamiento, te recordaremos y estarás presente.
La militancia peronista de Puerto Tirol pierde a un compañero que fue a unirse con tantos otros en la Gran Unidad Básica Celestial, presidida por Juan Domingo y Eva, seguramente preparando para la próxima campaña los carteles de las frías noches, matizadas con algún guiso de apuro o el simple choripán.
Tantas anécdotas para contar, tantas historias para compartir, tanta vida dejada en el camino, sólo pueden resumirse en un enorme GRACIAS, MARIO.
A tu (y nuestra) querida compañera Claudia y a tus queridos hijos Marito, Fiorella y Flavia, nuestro acompañamiento en el dolor y el deseo de una cristiana resignación.
¡Hasta siempre, cumpa!